BIOGRAFÍA DEL ÚLTIMO MILLENNIAL / ¿DÓNDE ESTA MI SUPERTRAJE?

Tengo 28 años, dos nombres comunes y una deuda en cada banco donde estoy suscrito. Alcoholismo y el sedentarismo; cuatro cirugías de las cuales tres son de los testículos, tres trastornos psiquiátricos diagnosticados, un par de antidepresivos quienes han modulado mi valentía durante los últimos 5 años y también 10 kilos de más.

             

                Dentro de este modismo, entre moda o tendencia de clasificarse como milenial o como generación Z, descubrí que no pertenezco a uno como tal. Me siento con características de ambas generaciones. Me imagino que hay una estúpida subcategoría que los genios logran nombrar. Yo ni genio, ni Gen-Z. Soy de la brecha.

Cada uno tiene sus propias características. El millennial se caracteriza principalmente por no tener casa, estar preparado y ser un jodido. Básicamente un pobre diablo. Ese soy yo.

 

Tengo 28 años, dos nombres comunes y una deuda en cada banco donde estoy suscrito. Tuve o tengo un hígado graso debido al alcoholismo y el sedentarismo; cuatro cirugías, de las cuales tres son de los testículos (Justo en la masculinidad frágil), tres trastornos psiquiátricos diagnosticados, un par de antidepresivos quienes han modulado mi valentía durante los últimos 5 años y también 10 kilos de más.

 

En el 2014 terminé la preparatoria, le dije a mi mamá que me habían aceptado en un voluntariado con duración de un ciclo escolar y que se ubicaba en la sierra de Durango. Le advertí que la mayor parte del tiempo saldría del pueblo donde vivía, así que no hablaríamos durante un año. Y después de rechazar 2-3 becas con mínimos porcentajes de colegiatura que aún eran inalcanzables, adiós, mocosos.

 

Regrese de la montaña después de domar los elementos cristiano evangélico y hacer prácticas de conquista española. Arrepentido de lo vivido, busqué cambiarlo. Claro que fracasé.

 

La gente millonaria de San Pedro fueron arrebatados de un pelo insignificante de su amplia cabellera, me dieron una beca del 90% en la UDEM, universidad algo prestigiada (eso pensaba) y la rechacé. Me volvieron a llamar, me dieron el 100%, nuevamente la rechacé. Después me pidieron que llegará a Monterrey al inicio del ciclo, invitando a dormir unos días en las residencias universitarias, siendo financiado por otro millonario. Esos 3 días se convirtieron en 4-5 años de beca completa y estadía gratuita.

 

               Pasan un montón de cosas, obtengo algunos premios significativos, hago algunas cosas de las que me siento orgulloso y algunas otras por las que me quiero muerto. Termino la carrera y si no te enteraste sucede una pandemia mortal, la cual logra encerrarme en un departamento durante 4 meses, aislado totalmente de la sociedad mientras mi abuela y un par de amigos fallecían.

 

                Me titulo, el éxito se ve a la vuelta de la esquina, realizo un par de diplomados y certificados. Obtengo bastante buenas recomendaciones, impresiones, retroalimentaciones, correcciones, felicitaciones. Un libro independiente y un montón de cosas después, me encuentro ante el desempleo.

 

               Me quedo sin hogar, me demanda Apple, vivo en la sala de uno de mis mejores amigos durante dos meses, migro en mi carro a diferentes lugares donde pudiera pasar los días. Entro a trabajar a la cafetería de un buen conocido que se termina convirtiéndose en un gran amigo. Luego todo parece mejorar, todo parece resolverse, Paso 6 meses baristeando, ahora sí, me titulo.

 

               Soy aceptado en un certificado por la escuela de Salud Pública de Yale, no puedo financiarlo, cancelo mi asistencia. Me enlisto y preparó para ser parte de la escuela de Psiquiatría del Tecnológico de Monterrey, me aceptan, pasó todas las pruebas y exámenes. Casi en la cúspide del éxito. La vida me sonríe de nuevo, no lo podía creer, algo así de bueno no podría pasarme. Todo parece estar excelente y mejor que nunca.

 

Preparo mi resumen y mi aplicación para la escuela de Salud Pública de Harvard, donde se me había canalizado con otro millonario para qué me financiará la maestría. Él aceptó (bueno, fue apalabramiento nada más). Bordeaba el éxito. Era inalcanzable. Detengo un poco la aplicación para el examen de especialidad.

 

Contra todas probabilidades, llego al examen de especialidad habiendo estudiado 6 semanas. Obtengo un promedio mayor al mínimo esperado. Era segura mi entrada a la especialidad. Daba frío en la cima. Mucho frío. Y se desmoronó.

 

Por primera vez en 20 años, el puntaje mínimo resulto ser mayor. El análisis de datos hecho por muchos aseguraba que cuando yo eligiera mi lugar, aún habría lugares disponibles de sobra. Me quedo a un lugar, de 50 mil, de obtener el último lugar disponible para la escuela de Psiquiatría en el país. Alguien más lo elige. Desgraciado hasta los huesos. Hasta el tuétano. Pero bueno, como quiera ni especialidad quería

Pausa comercial donde pasa la peor de mis crisis económicas.

Me topo con el duro muro de la realidad construido con bloques de comentarios a las 100 solicitudes de empleo enviadas: ”Muy buen curriculum, pero no tiene experiencia.”, ”Buen resumen, pagamos 15 mil pesos mensuales con horario de 9 a 7 pm lunes a sábado posibles domingos, sin prestaciones.” O sea, me pidieron entregar la cola simplemente porque ”No tengo experiencia”.

 

Hoy doy consulta en una farmacia que cobra 70 pesos por mi servicio. Recibo 40 pesos por consulta (menos impuestos) y el resto es un abuso laboral, el cual Marx estaría tremendamente decepcionado de mí por no tomar los medios de producción. Pero prefiero estar aquí gastando el aire acondicionado de un empresario que evade los impuestos que a mí me quitan.

 

Una señora se queja de mí por no traer bata. Me regaña la empresa. Fracaso. Y así fue como el segundo mejor promedio de esa preparatoria pasó a ser un rotundo fracaso con una deuda de algunos 50,000 pesos en el banco, un préstamo recién otorgado.

 

Tenía dos opciones que estaban a un examen de distancia. En uno fracasé, otro lo dejé a un lado porque no me alcanzo ni siquiera para pagar la aplicación. Ni Tec, Ni Yale, Ni Harvard.

 

En fin, llevo 5 días comiendo tamales congelados, sigo cenando recalentado y abrazando a mi hermoso pero gordo gato. La vida me sonríe a mis 28 años recién cumplidos.

 

HAS LEÍDO UNA NUEVA SECCIÓN DE MIS ENSAYOS Y ESCRITURA.

ESTE EJERCICIO BUSCA SER PRÁCTICO, HONESTO, TRANSPARENTE Y QUE ADEMÁS.

 

 

”BIOGRAFÍA DE UN MILLENIAL” SON ESCRITOS, SINCEROS, SIN ESTILO, SIN PERFECCIÓN, SIN TECNICISMOS. SIN MAMADURIAS.

 

 

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1 Comentario
  • Trakaa
    Publicado el 02:05h, 12 enero Responder

    Jajajjajaa “mamadurías” léxico de un Milenial 2023 – me identifico 🤣

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